En el siglo XIII la Iglesia estaba atormentada por herejías funestísimas y por frecuentes guerras y turbulencias. Viterbo estaba entonces en muy tristes condiciones. Herejes, ateos, se difundían por la ciudad y los cristianos se habían consagrado tanto, que su vida se distinguía poco de la de los demás. Pero la misericordia de Dios tuvo piedad de ese pueblo y les envió esta santa que debía ser la salvadora de sus conciudadanos.
Nacida de virtuosos padres en 1234 la niña creció en la virtud. Desde los años más tiernos los padres se dieron cuenta de que no era una niña común, sino que la gracia trabajaba en ella de manera verdaderamente extraordinaria. Aborrecía toda clase de vanidades en la ropa, huía de las compañías frívolas y divagadas y amaba con todo el corazón a Dios y a la SS. Virgen.
De joven cayó gravemente enferma, y ya se desesperaba de su salud cuando fue visitada por la Virgen que, le dio de nuevo la salud, le ordenó vestir un vestido de la tercera orden de S. Francisco, y recorrer la ciudad incitando a penitencia. Así hizo Rosa: cada camino fue batido por ella y cada hombre pudo oír su invitación: « Oh hombres, haced penitencia, volved a Dios ». La mayoría de la gente creía que estaba loca, pero los buenos, cuando la oyeron discutir con los herejes y confundirlos, la consideraban inspirada por Dios. Pero la fuerza de los malos prevaleció y Rosa se vio obligada a salir de la ciudad y refugiarse con sus padres en el monte Soriano.
Más tarde Rosa pudo entrar de nuevo en la ciudad natal para continuar su obra restauradora. Disputando con los herejes a menudo hizo milagros a prueba de la verdad que el Espíritu Santo le ponía en los labios. En aquellos tiempos estaba en uso el juicio de Dios, y Rosa, desafiada por los herejes, ante todo el pueblo, pasó entre las llamas y salió ilesa: prueba manifiesta de que el Señor estaba con ella. Reducida a penitencia aquella ciudad y encadenados los buenos, quería retirarse al claustro, pero por su extrema pobreza no fue aceptada. Entonces la santa se retiró a una pequeña habitación de su casa, viviendo en la contemplación y en el trabajo. En edad aún joven (37 años) fue llamada al cielo y su alma, hermosa y pura, voló a los brazos de su Esposo Divino.
Tres años después, su cuerpo fue encontrado enmarcado y fresco. Fue trasladado solemnemente al monasterio de S. María de la Rosa, donde un día ella había dicho: «No me queréis vivo, me recibiréis después de la muerte ». Sus sagrados restos se conservan en Viterbo en la iglesia dedicada a ella y el pueblo le tributa un culto grandísimo, mientras que la ciudad está bajo su protección.
Hoy la venerada Rosa no ha sido aún canonizada, siempre que se la llame comúnmente santa, pero aún no ha sido reconocida como tal por la Iglesia que se espera que actúe gracias al Santo Padre Francisco.
-Santa Cecilia Virgen y mártirDurante más de mil años, Santa Cecilia ha sido uno de los mártires más venerados de la Iglesia primitiva; está entre los siete mártires que se nombran...
-San Clemente I Papa y mártirFue el tercer sucesor de san Pedro en la silla romana y ordenado por él mismo; siendo obispo de Roma gozó de ilustre fama por sus colaboraciones con...