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Pascua de Resurrección del Señor

Pascua de Resurrección del Señor
autor Noël Coypel año 1700 título La resurrezione di Cristo
nombre: Pascua de Resurrección del Señor
recurrencia: 31 de marzo




A la tarde del viernes, en cuanto Jesús devolvió el espíritu, un soldado para cerciorarse que estuvo realmente muerto le pasó el corazón con una lanza.Giuseppe de Arimatea, noble decurión, y Nicodemo le preguntaron a Pilatos el cuerpo adorable de Jesús y, despues haberlo conseguido, lo envolvieron en un sudario con aromas y lo depusieron en un sepulcro nuevo, cavado en la viva piedra.

El día siguiente los Principes de los Sacerdotes, acordándose que Jesús dijo que después de tres días sería resucitado, le preguntaron a Pilatos que hiciera custodiar el sepulcro por tres días, para que, ellos dijeron, no vengan sus discípulos a secuestrar de ello el cuerpo, y luego digan que es renacido. Pilatos consintió, y los soldados fueron puestos a guardia del sepulcro, y fue sellada la piedra.

El tercer día, de buena mañana, se sintió un gran terremoto; un Ángel lleno de luz descendió por el cielo, volcó la piedra del sepulcro y os se sentó sobre.Jesús vencedor de la muerte y el infierno resurgió como prometió.Las guardias cayeron como muertas, pero en fin corrieron a la ciudad a dar el aviso del ocurrido a los Principes de los Sacerdotes. Estas personas pero les dieron del dinero, para que dijeran que mientras ellas durmieron vinieron los discípulos, y se llevaron de ello el cuerpo.

A la mañana pronto, las mujeres, fueron al sepulcro, llevando consigo los aromas que prepararon. Encontraron que la piedra fue removida por el sepulcro y no encontraron el cuerpo del Señor Jesús. Mientras se preguntaron que sentido tuviera todo esto, dos hombres se le presentaron con vestidos deslumbrantes. Las mujeres, asustadas, tuvieron el rostro agachado a tierra, pero los hombres dijeron : "¿Por qué buscáis entre los muertos el que está vivo? No está aquí, ha resurgido. Recórdadvos como os habló cuando todavía estaba en Galilea y dijo: "Es necesario que el Hijo del hombre sea entregado en manos de los pecadores, sea crucificado y resurja el tercer día".

Todavía es oscuro y las mujeres van al sepulcro de Jesús, las manos cargadas de aromas. Van a cuidar de su cuerpo, con lo que tienen, como el saben. Son aquellas mujeres que lo siguieron de Galilea, sustentándolo con sus bienes en lo que era necesario. Con él saborearon la riqueza del "más que necesario", días de libertad feliz, botones de un mundo nuevo. Son las que estuvieron bajo la cruz. Lo miraron morir. Y nadie a socorrerlo.

Ahora van al sepulcro: lo que le mueve no es un acto de fe en la divinidad de Jesús, no una esperanza oculta pero un acto de amor.Todavía lo quieren, sencillamente, pero es lo que repone en marcha la vida: "no es posible querer la divinidad de Cristo si no queriendo primera su humanidad" (Heidewick de Amberes).

El cuento de Luca es de extrema sobriedad: "entraron y no encontraron el cuerpo del Dios." Todo se para, la ausencia del cuerpo de Jesús entra dolorosamente en ellos como un extravío, un vacío sólo lleno de preguntas. Y a la desolación se suma miedo: dos hombres vestidos de relámpagos. ¡Como es contrastada la fe de Pascua! Casi fueran dolores de parto. Se injerta sobre de una herida, sobre de una ausencia agotada dolorosamente, sobre de una pérdida.

¿Por qué buscáis entre los muertos el que está vivo?

Vosotros estáis buscando vuestro tesoro perdido, tenéis hambre del que os ha llenado de sentido las vidas.

¿Por qué buscáis el que está vivo?

Bonito nombre de Jesús: Él es lo viviente. No sólo está vivo ahora, como uno que ya no es un muerto, pero es lo viviente, el que continuamente vive, cuyo pertenece el vivir, el autor de la vida: su misión, su acción es brotar vida, florecer vida.

No está aquí, es resucitado, se ha levantado.

Los Evangelios cuentan la resurrección de Jesús con los dos verbos de la mañana del hombre, despertarse y levantarse. Como si nuestros días fueran una pequeña resurrección cotidiana y la Pascua un día sin más ocaso. Pero la tumba vacía no basta, los ángeles no bastan por qué la fe venga como a la luz: Ricordad como os habló: Es necesario que yo sea crucificado y resurja... y ellas recordaron sus palabras.

Ahora todo estalla.Las mujeres recuerdan, creen porque recuerdan, creen no por las palabras de los ángeles , pero por la palabra de Jesús. Creen antes de ver. No son las apariciones que hacen creer, ni los vestidos deslumbrantes, lo que hace creer siempre es su Palabra, Evangelio también custodiado en los días de la pérdida y la ausencia.

Las mujeres han conservado aquellas palabras porque las quieren, porque en el hombre se imprime y sólo persiste lo que nos está de veras a corazón.Principio de cada encuentro con lo Viviente es, también por nosotros, la custodia amorosa de su Palabra.

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