" Os digo la verdad, es mejor para vosotros que vaya, porque si yo no voy, no a os vendrá al Consolador; Cuando haya ido, os lo mandaré y viniendo, convencerá el mundo cuánto al pecado, a la justicia y al juicio." Así Jesús les dijo a los Apóstoles poco tiempo antes de subir al cielo.
Como en la creación del hombre cooperaron todas las tres Personas del SS Trinidad, tan incluso en la redención tuvo que cooperar el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo. Ya el Padre cooperó con la preparación remota y con el mandar a su único Hijo; Jesús Cristo cooperó con su pasión y muerte: ahora tuvo que cooperar el Espíritu Santo, con el vivificar, sustentar y santificar las almas.
Subido Jesús al cielo, los Apóstoles se juntaron en el cenáculo y con Maria Virgo se prepararon a recibir al Consolador prometido.
Al alba del décimo día un fuerte ruido sacudió la casa, y en un instante todas las 120 personas que se encontraron reunidas en la amplia sala alrededor de Maria, se arrodillaron temblorosas y he aquí que sobre sus cabezas compareció un globo de fuego dividiéndose en muchas pequeñas llamas que fueron a posarse sobre cada uno, mientras una cándida paloma aleó sobre el jefe de Maria. " Repleti sunt omnes Spiritu Sancto, et coeperunt loqui variis linguis." " Fueron todos rellenos de Espíritu Santo y empezaron a hablar muchas lenguas?.
Admirable pendiente de amor, maravillosa obra del Espíritu: ¡cuál cambio, cuál regeneración produjo!
Los Apóstoles, que todavía pensaban a un reino temporal del Mesías, se han convertido en espirituales; de débiles y tímidos llenos por fuerza y ánimo, ya que la gracia del Espíritu Santo los ha hecho justos, fieles, humildes, vencedores del mundo.
Y mientras primera se escondieron y dejaron el Maestro en la pasión, ahora se dividen el mundo, predicando a todos a Jesús resurgido, echan a la cara a todos sus pecados y a los vicios y ni siquiera ahorran los mismos crueles emperadores, y también en los más atroces tormentos no dejan de predicar a Jesús.
S. Pietro, incluso hecho por Jesús a jefe de la Iglesia, fue vencido por una simple criada y renegó a Jesús, ahora empieza la predicación y convierte enseguida 3.000 judíos. De aquel día el celo de los Apóstoles no conoció confines.
Y aquella Iglesia fundada por Jesús, que pareció ser atropellada por la tormenta que acompañó su muerte, junto a la venida del Espíritu Santo se reanima, se fortalece, sale de aquellas paredes, empezando a hacer prosélitos y tendiendo sus cortinas del uno al otro mar.
Persecuciones de cada género, calumnias, herejías, cismas, se acaloraron siempre contra la Iglesia, contra el Papa pero ella asistida, confortada y ayudada por el Espíritu Santo, ha resistido impávidamente.
Murieron los perseguidores, los malvados ministros de Satanás, se apagaron las muchas sectas antirreligiosas, pero la Iglesia, obra de Dios, quedó, como " torre firme que nunca se derrumba.
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