No común, pero difuso un poquito por todas partes en Italia, el nombre de Cataldo es frecuente particularmente en Apulia, y sobre todo en la ciudad de Tarento, de que es Patrón, de tiempos remotos, el único San llamado Cataldo.
Sin embargo Cataldo no es un San local, sino un San irlandés, venerados a Tarento, dónde se encuentra su tumba, en una rica y bonita capilla de la Catedral, conocida como el " Melenudo." Habría llegado sobre la llana tierra pullesa en la rada que se abre, sobre el lido adriático, cerca de la ciudad de Lecce, y que desde entonces se titula por tanto a San Cataldo, y es hoy una célebre localidad balneario.
Los tarentinos, orgullosos sea de su Melenudo, sea de su San Cataldo, habrían deseado considerarlo según Obispo de su ciudad, si a este deseo no se hubiera opuesto una cruz de oro hallada en la tumba del San en el año 1094, durante la reconstrucción de la iglesia destruida por los sarracenos.
Se trata de una de aquellas cruces, dichos benedicionales, que fueron clavadas a un palito y empuñáis antiguamente de los Obispos con la izquierda, mientras con la mano derecha bendijeron los fieles.
Sobre la cruz hallada en la tumba de Tarento estaba escrito: Cataldus Rachau, es decir Cataldo Obispo de Rachau. De un atento examen de la incisión, los estudiosos han podido establecer que la inscripción remonta al siglo VII.
Ha sido asì posible reconstruir la personalidad de este San, nacido al principio del siglo en Irlanda. Alumno y luego maestro en el célebre monasterio de Lismore, fundado por San Cartago, él sería en fin llegado al episcopado de modo insólito, es decir con la muerte del Duque de los Desii, el que lo acusó de brujería, a causa de sus milagros.
Después de haber sujetado santamente el obispado, Cataldo se habría embarcado, hacia el 666, por un viaje en Terrasanta. A la ida o a la vuelta, arribado o naufragado en la costa salentina, habría ido a Tarento, dónde los ciudadanos lo quisieron poner sobre la cátedra obispal vacante.
Muerto en el 685, vino enterrado bajo el suelo de la catedral dónde su cuerpo fue hallado y claramente identificado, como hemos dicho, en el 1094. De sus santidades hicieron fe innumerables milagros, que difundieron primera en Apulia, luego en toda Italia, la devoción para el Obispo irlandés, a cuyo nombre se titularon capillas e iglesias, localidad y países, de la costa del mar a la cima de los montes.
Junto a su fama, a su culto y a su nombre, también se difundieron los refranes sobre su cuenta. Uno de este, atado a su fiesta celebrada en mayo, dice: " Cuando es el día de San Cataldo, pasa el frío y viene el calor."
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