San Feliz, sacerdote nolano, nació en Nola en la segunda mitad de tercero siglo de una familia noble. Fue encarcelado por los enemigos de nuestra Santa Sede, fue liberado por un angel, que lo llevó a una montaña, dónde dio socorro a San Massimo, obispo de Nola, allí escondido y consumido por el hambre y el frío.
Animaba sus conciudadanos a la paciencia en la grave persecución, que por divino permiso, movían contra los fieles los idólatras y con su ejemplo les enseñaba a abrirse el camino, a través del sufrimiento de las miserias temporales, a los consuelos eternos.
Perseguido nuevamente por los infieles, Dios lo libró milagrosamente de sus manos, haciéndolo pasar por ellos sin que lo identificasen; Por tanto pensaron en buscarlo en otra parte, cuando, de algunos malvados manifestados, se salvó entre algunos barrancos, donde cubierto de pronto con telarañas de la divina Providencia, no fue visto de los perseguidores. No se cuidó de recobrar los bienes quitadosle das los hostiles de la fe, despreciando lo que de buena gana ya habìa abandonado por amor de Dios. Trabajando y luchando se mantuvo hasta su muerte con los frutos de su jardìn que el curaba con sus manos.
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