Hace tres días que hemos entrado con la fantasía en la iglesia de San Pietro en el Ciel de oro, a Pavía, para ver la tumba de San Boecio, enterrado en la cripta justo bajo el arca del gran convertido Sant'Agostino.
El dìa 11 de este mes, hemos hablado de San Alessandro Sauli, barnabita, Obispo primero en Córcega y luego a Pavía, dónde murió más que mil años después de Severino Boecio, y dónde es enterrado. Hoy, por la tercera vez en pocos días, el calendario, en su itinerario de milenios, nos conduce de nuevo a Pavía, a esta antigua señora de la llanura padana, dónde la potencia se ha casado en el curso de los siglos a la belleza, y la sabiduría ha dado frutos de santidad.
A Pavía es enterrado San Folco, o Fulco, Obispo como Alessandro Sauli, pero de él más joven de 35 años. Es enterrado no en una de las iglesias del primer período románico, gloria y característica de la capital de los longobardos, pero en la Catedral renacentista, ideada por el Bramante, arquitecto de la Iglesia de las Gracias, a Milán, y del Amadeo, arquitecto de la Cartuja de Pavía.
En comparación con los otros tres San que hemos recordado, Agostino, Boecio y Alessandro Sauli, la vida y la figura de San Folco o Fulco no es muy conocida, y puede parecer poco interesante. Fue de Piacenza y un detalle significativo sobre su cuenta es dado por su apellido, aquel de Scotti.
Los Scotti, que justo de Piacenza se difundieron en toda Italia, fueron una familia de scori, es decir de escoceses. Escoceses se llamaban entonces no los habitantes de Escocia pero aquellos de Irlanda. De la verde isla cristiana, evangelizada, como se acordará, en el siglo V de San Patricio, fueron en fin bajados a Europa, en siglos de dificultades políticas y miserias morales, decenas de San y religiosos, como por una transfusión de sangre fresca y vivo. Y detrás de los San, especialmente cuando las islas del Norte fueron invadidas por los Daneses, vinieron mercantes, soldados, enteras familias como aquel de Piacenza de los Scotti, de la que, hacia el 1165, San Folco nació.
A los veinte años entró cerca de los canónigos regulares de San Eufemia, y ya que fue un joven de ingenio vivaracho, fue mandado a completar sus estudios de teología a París, capital intelectual de la Europa cristiana. Vuelto a Piacenza, a los 30 años es prior de San Eufemia, luego canónico, luego arcipreste de la catedral. Por fin es elegido Obispo de Piacenza. Seis años después, permanece vacante la sede de Pavía. Y San Folco Scotti es consagrado Obispo también de esta ciudad.
Piacenza y Pavía no fueron divididas solamente por el río, pero también por una terrible hostilidad. Son conocidas, y pintorescamente vivas en la tradición italiana, las rivalidades entre ciudades cercanas. Bastaría recordar, siempre en la llanura padana, aquella proverbial entre Módena y Bolonia. Pero la rivalidad entre Piacenza y Pavía, antes de ser pintoresca y tradicional, fue a largo atroz y cruenta.
San Folco, piacentino y Obispo de Pavía, fue el gran pacificador de las dos ciudades. Paz ante de todo interna, entre los ciudadanos divididos por las facciones políticas. Paz luego entre las dos ciudades, que ya no estaban cristianas solamente de nombre.
En el curso de su obra de pacificación, San Folco murió, en el 1229. Otro no se sabe sobre su episcopado. Pero lo que se sabe, y sobre todo su obra de padre cariñoso, basta ya a justificar la fama y el culto que el descendiente de los irlandeses ha ganado en tierra lombarda, rica en sabiduría y de santidad.
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