Gerardo nació hacia el final del siglo IX en la zona de Namur, en la actual Bélgica. Noble de nacimiento, consagró su vida a la fe y sobre todo a la causa de la reforma del orden monástico. Segùn una leyenda, le fue confiada en visión por S. Pietro que las reliquias de S. Eugenio por la famosa abadía de Saint-Denis habrían sido trasladadas a su propiedad a Brogne y que él mismo habría vivido en aquella abadía como monje (no es sin embargo cierto que él haya nunca nunca miembro de aquella comunidad).
Entrado efectivamente en los benedictinos y luego ordenado, en el 919 le fue concedido de fundar en Brogne, sobre tierras de su familia, un monasterio, que por cierto período él mismo condujo, por luego apartarse en una cercana celda y disfrutar del aislamiento a él necesario por el ruego.
Sucesivamente consintió en reformar la abadía de Saint-Ghislain, cerca de Mons, logrando a reconducir allì la disciplina y a introducir el Regula de S. Benedetto, y cuando le fue preguntado de dedicarse a la reforma de todos los conventos presentes en el condado de las Flandes y algunos otros en Normandía, se ocupó de este por unos veinte años. Algunos de los monjes que se opusieron a su acción fueron a Inglaterra y allí, bien acogidos del rey Edmondo, pudieron vivir en la abadía de Bath. Las reformas de Gerardo fueron lentas a imponerse y en muchos casos de breve duración.
¿Por qué? Quizás él no fue bastante previsor, prefiriendo basarse en modelos tradicionales, sobre todo sobre la antigua práctica eremítica, antes que inventar algo nuevo y más apto a sus tiempos; o bien no logró conseguir al sostén de bienhechores laicos y obispos locales a lo que estaba cumpliendo.
Debe ser dicho en todo caso a suyo mérito que no se dejó desanimar y, incluso advirtiendo que la que se estuvo a punto de cumplir fue una empresa enorme, siguió conduciendo en vista de una vida muy austera poder ser de ejemplo para los hermanos.
Después de haber visitado todos los monasterios de él reformado, Gerardo se retiró por fin en su celda a Brogne y os murió aquí el 3 de octubre de 959. La abadía se volvió pronto en un lugar de romería y fue rebautizada Saint Gérard. Su fiesta es celebrada en las diócesis de Namur, Gand y Lieja. Reliquias creídas auténticas se veneran en Saint-Gérard, en los aprietas de Maredsous y en Gand.
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