Silvia nació en Roma alrededor del 520 en una familia de modestas condiciones, tercera de tres hijas entre cuyo Emiliana y Tarsilla, también ellas santas. En el 538 se casó al senador Gordiano miembro a una noble familia romana. La pareja fue a habitar en la villa de los Aníses sobre la colina Celio al Clivo de Scauro, dónde hoy se encuentra la iglesia de San Gregorio al Bromeo. Tuvo a dos hijos, el primogénito fue Gregorio, en fin electo al solio pontificio en el 590.
Quedada viuda alrededor del 573, se apartó en una casa sobre el Aventino llamada Celda Nova, siguiendo la regla benedictina y dedicando el resto de su vida al ruego, a la meditación y a la ayuda de los enfermos y los más necesitados. El hijo Gregorio siguió en cambio habitando en la villa paternal, que transformó en monasterio y dónde erigió una iglesia dedicada a San Andrea, el actual oratorio de San Andrea al Bromeo. En este período su madre se preocupó de hacerle entregar cada día una comida caliente, temiendo que la austeridad de la vida eremítica comprometiera ulteriormente la ya enfermiza salud de Gregorio.
Silvia murió en el 592; papa Gregorio la hizo enterrar en el monasterio de San Andrea, en el sepulcro dónde ya las hermanas Tarsilla y Emiliana se encontraron, y os hizo pintar su imagen con la cruz en la derecha y un libro en la izquierda recante la inscripción: "Vivit anima mea et laudabit tú, et iudicia tu adiuvabunt yo" ("Vive mi alma y te alabará, y tus juicios me ayudarán").
Aquí, en el 1603, el cardenal Cesare Baronio hizo erigir el oratorio de Santa Silvia al Bromeo y en aquel mismo año consiguió de papa a Clemente VIII que el nombre de santa Silvia fuera insertado en el Martirologio Romano al 3 de noviembre.
Sobre apremio en lugar de papa Giovanni XXIII, el 23 febrero del 1959, en el barrio Portuense, fue instituido una parroquia dedicada a la madre de San Gregorio Magno, cuya iglesia fue abierta al culto en el 1968.
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