Yo creo que los santos son nuestros amigos por dos razones.
La primera es que el tiempo que nos separa de ellos no es para tanto. Nuestra vida es reducida; echando mucho, 100 años. Y por eso nos parece que 200 años son muchos; y no digo nada si hablo de un señor que nació el año 300 de nuestra era. Nos parece que están muy lejanos, y que, por tanto, no pueden ser amigos nuestros. Pero eso del tiempo es algo muy relativo.
Entonces, los santos que han vivido hace unos pocos años antes que nosotros (200, 500 años), prácticamente son contemporáneos nuestros; casi los tocamos con los dedos de la mano. O sea, que lejanos en el tiempo, nada.
Hay otra razón para pensar que ellos son nuestros amigos; es la cercanía de sentimientos.
Estos santos son, más o menos, del mismo pelaje que nosotros. Pensaron igual, rezaron igual, hicieron casi las mismas cosas que nosotros; sólo que estos tíos hicieron esas cosas bastante mejor que nosotros.
Por estas razones, los santos pueden ser, y son, nuestros amigos. Algunos son conocidos por todos, como san Francisco de Asís o santa Teresa de Jesús. Otros son desconocidos para la mayoría. Pero todos son muy majos, muy tratables y muy simpáticos.
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